02 diciembre, 2010

No hay tal crisis

Julia se miró al espejo y vió lo que ya sabía que iba a ver: tenía las piernas gordas, casi juntas. La panza ya se le caía, al igual que la grasa de los brazos. Esbozó una sonrisa falsa y puso ojos de resignación cuando vió la gran papada que invadía su cara. “Los cachetes dentro de poco  van a tapar mis ojos, que son feos..pero no quiero que se me tapen de grasa”. Lo que más le preocupaba a Julia eran los famosos “salvavidas”, se los agarraba con bronca, deseando arrancarlos y llegó a desear que estén en el cuerpo de otra, no importa quién.
Julia pesaba 43 kg.

Rosario estaba triste. Decidió hacer lo que hace siempre que está triste: ir se de shopping. Se fue muy temprano, después de dejar a Juan en el cole. Se compró dos pares de zapatos, tres camisas, 4 vestidos, ropa interior sexy y dos jeans. Total, Rosario estaba triste y eso era lo único que la ponía bien. Se acordó de Juan y le compró un juego de sabanas de Toy Story. “Estoy triste, pero eso no quita que Juan no pueda recibir un lindo regalito”, pensó Rosario. Decidió irse a un spa, porque Rosario estaba triste y se lo merecía. Cuando llegó a su casa, Juan llorando le dijo que se olvidó de ir a buscarlo al cole, y que la mamá de otro compañerito lo trajo.
Juan estaba triste.

Inés tomaba muchas pastillas. Cuando el novio la dejó, tomó pastillas. Cuando le fue mal en un examen, tomó pastillas. Cuando su madre falleció, tomó pastillas. Inés tomaba muchas pastillas y así alivió siempre su dolor: cuando su hija le dijo que no la quería y que era una egoísta y se sentía sola, cuando no consiguió ese laburo que ella quería, cuando murió su madre,  cuando el esposo se fue con otra, cuando vió que “la otra” era hermosa, cuando no podía dormir, cuando no tenía ganas de ir al gimnasio y pretendía adelgazar igual… Inés siempre solucionó todo tomando pastillas. Tomó más de la cuenta. Inés se fue.
Ahora la hija toma pastillas para superar la muerte de su madre.

Greta etiquetaba a la gente. Terminó con su novio porque él no tenía futuro, según ella. Con Pedro se fue todo al carajo porque él no sabía organizar su economía. La relación con Gustavo terminó porque el no sabía qué carajo quería de su vida. Paco había empezado a engordar como un chancho, eso hablaba mal de el, porque no tenía convicción. Para Greta no había vuelta atrás, ella los etiquetaba y algo le decía que las personas eran así y no iban a cambiar…entonces Greta los abandonaba. El último fue Luis: el no podía querer a nadie.
Ahora Greta, desempleada, sin saber qué hacer con los pocos mangos que le quedan, con 15 kg de más y sin tener una vocación se reprocha todas las noches porqué nunca pudo querer a nadie.


La vida es una paradoja, la puta madre.